Por Otto Schmucler.-

Muchas imágenes guardo todavía del lugar donde está emplazada la fábrica de camiones del que fue mi empleo durante toda mi vida activa. Ese lugar es Virrey del Pino, uno de los puntos que conforman lo que se conoce como la Matanza profunda.

Cuando la televisión durante la pandemia accedió a los lugares más pauperizados, donde las casas no tienen agua potable y los niños juegan en medio de esa mezcla de barro y excrementos (que dejan los animales) sumados a la falta de cloacas y calles pavimentadas, nos horrorizamos por la miserable vida de sus habitantes, que pese a ello la han convertido en bastión inexpugnable de ese kirchnerismo que Larroque representa como pocos (pues son rehenes de los punteros y de los favores que reciben “desinteresadamente” cuando se acercan las elecciones.

Todos recordamos cuando en aquellas trágicas inundaciones en La Plata de 2013 maltrató a un periodista que le preguntó por qué repartían ayuda con pecheras de La Cámpora (después de semejante osadía Miceli desapareció de los medios y hoy es jardinero paisajista).

Anoche y esta mañana, 10 años después, tras las fuertes lluvias, el agua que inunda las calles (por falta de obras de infraestructura) volvió a entrar a las casas de La Plata y los habitantes se desesperaban por sacarla, con baldes y secadores (acá hay responsabilidad compartida de toda “la casta política”, como la llama Milei).

Sin embargo el “Cuervo”, aportando a la campaña del miedo, hizo referencia a la cercanía con el “infierno”.

¿Será por temor a que la Provincia se tiña de violeta, también?

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