Por Máximo Luppino.-

Tenía razón el naturalista Charles Darwin cuando allá por 1859, en su capítulo quinto del libro «El origen de las especies», dijo: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Claro está que la capacidad de adaptación es una forma de fortaleza inteligente, por llamarla de alguna manera.

En las últimas elecciones PASO del 13 de agosto en nuestro país resultó Javier Milei el candidato más votado. Prometiendo reducir 15 puntos del PBI y cerrar todas las empresas públicas. Desde Aerolíneas Argentinas hasta el Conicet, cuna de mundo científico nacional. Nos aguarda ver centenares de miles de profesionales y empleados calificados sin trabajo.

El objetivo de Milei es la motosierra mutilando completamente el Estado Argentino, según sus propios dichos. Con esas temerarias promesas, entre otras, como “dinamitar todo lo público”, obtuvo su triunfo eleccionario.

Sin duda vivimos un “clima de época”. Los valores antes venerados, hoy son desoídos y el imperio de la “inmediatez” parece invadir todos los procesos humanos. La juventud desea para “ayer” lo que necesariamente se puede llegar a lograr en largos años. Además, se impone cierta tosca brusquedad en el trato social. En este sentido, Javier Milei bien comunica.

Pensar que un Rodríguez Larreta pudiera quedar fuera de la competencia electoral presidencial por perder las PASO con Patricia Bullrich era impensado tiempo atrás. Un Larreta que se preparó a conciencia para competir por la presidencia de la Nación queda superado por el ímpetu determinante de Bullrich. Claro, eso más las picardías astutas de Mauricio Macri, un hombre con una profunda capacidad de daño. El día que Larreta enfrentó a Macri, fue el momento en que perdió la elección interna. Ahora tanto Milei como Bullrich deben cuidarse de las inconfesables ocultas intenciones de Mauricio, un auténtico “monje negro”.

Las elecciones del 22 de octubre son las definitivas y, si bien Milei lleva ventaja, el final está abierto para cualquiera de los tres candidatos. Massa, en su rol de ministro de economía y candidato, tiene un muy duro examen por delante, con una altísima inflación y un dólar a 800 pesos (por ahora).

Cuentan que Javier Milei creció cuando niño profundamente indignado con el relato de Robin Hood. ¿Sustraerles riquezas a los nobles señores feudales poderosos para darles a los pobres hambrientos? Fue algo insoportable para el particular sentido de justicia del joven Milei. Desde entonces se juró a sí mismo “proteger” a los que más tienen y no permitir jamás que el pobrerío empañe las riquezas de las multinacionales. Igualdad de salarios, vacaciones, aguinaldo, horas extras, todas blasfemias para un código ético patronal que bien comparten Macri y Milei, dos devotos del “patronal derecho”.

En la provincia de Buenos Aires se impuso Axel Kicillof. El 22 de octubre se consagra gobernador el que logre imponerse por un solo voto. Axel está redoblando sus esfuerzos para tal fin.

¿Qué Argentina nos aguarda? ¿La de cierta sensatez a pesar de los grandes problemas que padecemos? ¿O vendrán los días de dinamita, motosierra y fuego?

¡El soberano elige!

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