Por Otto Schmucler.-

Un día, como tantos otros pero allá por el 1400, la gente de Fuenteovejuna se hartó de los abusos del Comendador.

La historia la conocemos todos: cuando la justicia quiso dar con el autor, el pueblo todo respondió de la misma forma: “Fuenteovejuna lo hizo, Señor”.

El 19N, el pueblo se hartó de los abusos del poder (y los robos descarados, a la luz del día, riéndose en nuestras narices) y dijo “BASTA”, en las urnas.

En su primer mensaje a la ciudadanía, el ministro de economía nos confirmó lo que el Presidente Milei nos había adelantado, “NO HAY PLATA” (se la robaron toda).

Y todos aceptamos que era una verdad dolorosa e irrefutable. Ahora bien, ¿es justo que el pueblo engañado deba soportar el ajuste “necesario” (nadie lo niega) mientras los autores de este estropicio perpetrado no han perdido ni su libertad ni sus bienes adquiridos con la plata robada?

Cuando comenzaban las confiscaciones de los bienes de Lázaro Báez y familia, y de Cristina Kirchner y sus hoteles, la justicia (a la que los reos acusan de lawfare, todo el tiempo) les devolvió la titularidad de los mismos tras resoluciones escandalosas de jueces con los que el kirchnerismo sembró su impunidad desde hace 20 años.

Todos los bienes de Boudou, Muñoz (el secretario de los 90M de u$s en propiedades en EEUU), los millones de Lopecito, las fortunas de los secretarios del matrimonio, Rudy Ulloa, Ottavis, Insaurralde, Baratta, De Vido, Jaime, y siguen las firmas, ¿es justo que no sean devueltas al Estado, a quien le pertenecen con el alivio que ello significaría, en parte, para sus arcas exhaustas?

Los argentinos, un 19N, le dimos el poder a los libertarios a pesar de que en su campaña no nos prometían un lecho de rosas (muy por el contrario). La nueva AFIP y el cuerpo de peritos de la justicia tiene que trabajar, a destajo, enfocados en ubicar esos bienes robados… ¿Seychelles, Luxemburgo, Panamá?

Chi lo sá, pero que los hay, los hay.

Share