Por Juan José de Guzmán.-

Del prócer René Favaloro podríamos (y deberíamos) escribir cientos, miles de páginas remarcando sus virtudes, su bonomía y su sentimiento hacia su amada patria, a la que regresó tras triunfar en los EEUU desechando un millonario ofrecimiento para que continuara con sus avances científicos allá, en la Cleveland Clinic de Ohio.

A todo aquello renunció el gran René para cumplir con sus deseos de cristalizar en la Argentina sus propósitos para ayudar desde su elevado nivel profesional a la medicina y a la comunidad creando una fundación que hoy con orgullo lleva su nombre. El mismo que debería leerse en avenidas, plazas, billetes de una moneda saneada y en el Centro Cultural creado en lo que fue el Correo Central Argentino al que le dio su nombre un discutido personaje de la política de los tiempos que corren.

Todos los 12 de julio tendríamos que festejar y recordar en todas las escuelas el nacimiento de esta enorme figura que este miércoles cumpliría 100 años de existencia.

¡Gracias por todo, René Favaloro!

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