Por Juan José de Guzmán.-

Tras su larga porfía, sin renunciar jamás a sus convicciones, con esa dignidad que lo ha caracterizado, que lo ha convertido en un bastión de honestidad dentro de una política severamente cuestionada por el desprestigio al que la llevaron los Insaurraldes, Tailhades, Boudous, Kirchners y muchísimos otros (tantos que no entran en una Carta de lectores).

Derrotado en mil batallas por quienes ostentaban el poder real en la política, aquellos que por tener el manejo del dinero público disponían de los recursos para regalar a quienes los votaran, algún “presente”, aunque lo hicieran de manera anticipada a las elecciones.

Con esa hombría de bien, de la que muy pocos pueden jactarse, soportó todos los embates y trampas que los distintos personajes a los que enfrentó le supieron plantar.

Hasta que un día “sonó el anhelado tiro para el lado de la justicia” y entonces la SCJN le dio la razón devolviéndole la banca que le correspondía y que merced a una trampita, perpetrada entre gallos y medianoche, el kirchnerismo le había birlado.

Desde ayer, un tal Luis Juez es miembro del Consejo de la Magistratura. Las personas de bien lo festejan.

¡Viva la Justicia, carajo!

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