Por Ovidio Winter.-

Cuando se habla livianamente del Plan Platita no se tiene conciencia de lo degradante que es para la condición humana plantear como moneda de canje “el voto tuyo que necesito” a cambio del dinero o los bienes que te han sido negados por mi mala gestión o por la corrupción que acompañó a mis actos de gobierno.

Ese esperpento moral que es “la compra de voluntades” hoy amenaza a los sueños de cambio que alimentamos los ciudadanos tras décadas de frustraciones y decadencia en todos los indicadores sociales.

Porque es la política prebendaria la que con su despreciable método arropa las urgencias del hombre común llevándolo hacia el camino de la indignidad.

Ese descaro, de regalar una zapatilla y, si se ganaban las elecciones entregar la otra, o los electrodomésticos que le permitieron a los Saá revertir una elección perdida por mucho (en San Luis, entre las PASO y las primarias) o la vuelta al pasado, que no podemos ni debemos tolerar, por parte de una candidata a intendente que obsequia prendas, electrodomésticos y utensilios con la marca estampada o impresa (de la benefactora), “a nuestros queridos vecinos de Tigre” (de buena que soy nomás), deben ser castigadas con nuestro voto.

¿Cómo?

No habiendo un instrumento legal que prohíba ese atropello a la dignidad del hombre debemos hacerlo nosotros, en las urnas negándoles el voto.

Hay que ir a votar, masivamente y “no hacerlo por ellos” para que sepan que los regalitos “Malena”, se los pueden meter bien en el “orto”, diría un parroquiano bocasucia en el café.

Porque son los oficialismos los que inmoralmente disponen de gastos reservados que deberían destinarse a educación y/o salud, no para financiar ese engaño a la democracia).

Seamos dignos. Si pretendemos seguir el legado de Favaloro, vayamos a votar y hagámoslo a conciencia, no con el bolsillo de los miserables que degradan la moral.

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