Por Mariano Aldao.-

Ni ignorante ni sabia, “chorra”, le gritaban desde las escaleras del Congreso cuando ingresaba al mismo, previo al acto de asunción del nuevo Presidente. Ella, tan refinada y sutil como nos tiene acostumbrados, les devolvió esos cariñosos saludos con el dedo del medio erguido, en señal de “fuck you”, como suelen hacer los jugadores cuando son abucheados en cualquier cancha de fútbol.

Así, como un cambalache, fue la despedida política de Cristina. De aquí en más tendrá que rendir sus cuentas pendientes ante los tribunales de justicia.

Y está bien que así suceda, porque no es posible que, tras 20 años desde que el matrimonio Kirchner hizo su entronización en la política, los argentinos sigamos discutiendo si ellos crearon una “línea de montaje para el choreo perfecto” o sólo se trató del lawfare al que Cristina tantas veces se refirió.

Está bien que eso suceda porque la justicia tiene que ayudar a que la historia sepa “cuál es la verdad”, y los argentinos también.

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