Por Luis Américo Illuminati.-

¿Cómo se le puede creer a un tipo que fue casi el número uno en la categoría de críticos cuestionadores e impugnadores de las tropelías de Cristina durante los dos períodos que ésta fue presidenta y autora ideológica y material de innumerables hechos ilícitos archiprobados, que, al ser tentado para formar una extraña pareja de gobierno con ella, aceptó sin titubear y sin fijar ni las más mínimas condiciones éticas y morales? Ambos tomaron por idiota al electorado que votó la desmañada fórmula.

Ahora, con el escándalo de los seguros obligatorios impuestos a organismos públicos, que lo involucra a Alberto K como un chorro igual que su socia Cristina, culpa a su secretaria, esposa de su mejor amigo y compinche Martínez Sosa. La misma actitud despreciable tuvo cuando firmó un decreto severísimo a raíz de la pandemia del Covid-19 y fue el primero en violarlo y no encontró peor camino de descargo que echarle la culpa a su pareja Fabiola, en lugar de asumir la plena responsabilidad como hombre de Estado a quien los ciudadanos le confiaron sus vidas. Por su negligencia y vaya a saber qué otros intereses espurios, al negarse a adquirir la vacuna del laboratorio norteamericano Pfizer, causó la muerte de más de 100 mil argentinos. ¿Algún juez federal lo juzgó por tales muertes?

No hay que pasar por alto que «Albertítere» (ominoso apodo o alias que le quedará para siempre y después de hoy, también, Don Seguro), ha estado vinculado desde hace mucho tiempo al tema de los seguros y el control de las aseguradoras. Estuvo al frente durante las gestiones de Menem y Duhalde de la Superintendencia de Seguros de la Nación, rubro al cual se dedicó desde los despachos oficiales, armando una empresa fantasma -igual que el amadísimo ex vicepresidente Boudou- con sus amigos Pagliano y Martínez Sosa, este tan amigo suyo -amigote- como de Pepe Albistur, que le prestó para que viviera tranquilo un lujoso departamento en Puerto Madero. Mientras tanto, él se mostraba como un verdadero «ceniciento», como un ciudadano honesto -o un Diógenes de Sínope- que no tenía nada a su nombre, ni casa ni departamento, ni auto; todo se lo prestaban sus amigos.

Sin embargo, la mentira tiene patas cortas y tarde o temprano la verdad sale a la luz, y nada queda oculto y, como en una feria, se ve todo como en exposición: la podredumbre, las miserias y las simulaciones. Además de Albertítere, lo más «seguro» es que a Don Alberto Fernández lo llamen de ahora en adelante «Don Seguro», igual que aquel tipo que estaba tan «seguro» de sí mismo que lo llevaron preso. Valga el retruécano o apelativo Don Seguro o Don Póliza.

En consecuencia, Alberto Fernández, además de payaso siniestro, como dijimos más arriba, es el responsable de la muerte de 130 mil argentinos que fallecieron por la falta de la vacuna a tiempo durante la pandemia del Covid-19. Así será recordado por la historia Don Seguro y su madrina -corresponsable- por colocarlo en la fórmula y usarlo como un títere diabólico igual que Chuky. Lo que mal empieza, mal acaba.

Share