Por Paul Battiston.-

Y de repente la realidad…

Estamos ante el primer escenario en mucho tiempo que no fue preparado por la libretista bipolar de nuestras pesadillas. Un escenario complejo con una multiplicidad de posibilidades de una partida de ajedrez pero factible de ser interpretado con lógica.

Mientras los analistas estrujan neuronas tratando de obtener la respuesta maravillosa al porqué, Milei ya está en punta y su pole position no deriva directamente de números triunfantes sino del enfrentamiento de palabras expuestas. Alguien se dignó ver una pelea de gallos sin gallos (battle rap), ayuda a entender.

El discurso de Patricia fue el acertado en su obligatoriedad de borrar grietas internas con el objetivo de consolidar la sumatoria. Podría haber ido más lejos pero no lo hizo.

Milei no traía grietas, sólo afirmaciones y otras afirmaciones polémicas. Desdecirlas es más riesgoso que reafirmarlas con silencio cuando se es el mensajero de la buena nueva. Sólo fue hacia adelante recitando sus credos con la firmeza de quien está en el lugar adecuado para hacerlo con el correspondiente coro de recitadores a su espalda. Algo nunca visto desde cuando López Rega hacía los coros de los discursos de “Isabelita”; todo esto salvando las distancias temporales y de salud mental. Nada más que una odiosa comparación para permitirme recordar ese detalle llamativo.

El discurso más convincentemente peronista escuchado en los últimos tiempos fue el de Sergio Massa en su triunfo sobre Grabois (después de todo fue un triunfo). Justamente de Sergio, el rechazado, el aceptado, finalmente el apoyado y presidente de facto. Un verdadero discurso ganador (entiéndase peronizador) con todas las recetas fallidas de la doctrina de la miseria sustentable expuestas en el mismo, ésas que la CGT no puede negarse a apoyar. Una verdadera obra de arte para el momento más inadecuado, justo tras el giro de la bisagra.

Tras la proclama de Milei ya no hay lugar histórico para las tretas.

Tras el discurso de Sergio Massa era válido preguntarse sobre la necesidad de semejante arenga de idioteces.

Tan sólo ha pasado un año desde su asunción a presidente de facto o tan solo unos meses a la baja de tono de Cristina en modo aceptación a única salida.

La vara de Milei ha blanqueado el inicio de los nuevos tiempos y con ello ha dejado expuesta la distancia sobrepasada del vencimiento de las píldoras de la miseria. Si la primera vuelta fuera hoy, a sólo horas tras las proezas de exposiciones de los festejos de sus respectivos triunfos, sin dudas Milei se llevaría el puesto del sillón en primera vuelta. Pero falta, y tanto Milei como Bullrich pueden sacar provecho de este tiempo de descuento, también desperdiciarlo o definitivamente estropearlo. La libretista en silencio puede obrar para este último fin. Aun cuando Sergio ha dado por cumplimentada su promesa de barrer con los ñoquis de La Cámpora no dejando nada en pie. Simplemente llevando adelante el peronismo más rancio (travestido de estadista) a su exposición más atemporal tras los nuevos designios de libertad prometida.

Nadie lo vio ¿nadie lo vio?

Será una elección de tercios, para eso tendremos que prepararnos (recalco lo de prepararse). La libretista no está muerta y la vio con la visión que las encuestas y sus estadísticas no tuvieron.

¿Qué no ven los encuestadores? O mejor dicho, ¿a dónde no llegan?

Un portador ilegal de armas (herramienta de trabajo) respondía con énfasis “Milei” cuando se le preguntó a quién votaría. La razón, porque con Milei tendría más plata. Quien le preguntó se dio vuelta, me miró y en lo bajo me dijo: “este tipo no entendió nada pero no importa, vota a Milei.”

Existen varios videos virales de cierta semejanza donde los más impensados por razones impensadas admitían votar a Milei, inclusive algunos en su imposibilidad de votar a una Cristina no candidata optaban como segunda opción a Milei.

Por inaccesibilidad, por miedo o comodidad, están fuera del espectro de encuestados. Sin embargo, su peso en las estadísticas parece haber llegado por otras formas al estupor de los colectivizadores de la miseria que perciben su pérdida ante dosis de clientelismo que se vuelven insuficientes.

Cristina lo sabía (lo de los tercios casi perfectos); quizás la sorpresa fue el orden que les impidió esgrimir el triunfo con el candidato más votado. Además de la destrucción total del modelo con el disparo certero del discurso asesino de Milei.

La vara es ahora de él.

Después veremos si vendemos los órganos.

La atracción es magnética.

El tiempo dirá si fueron amores perros.

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