Por Roberto Fernández Blanco.-

LO CONCEPTUAL

El Estado es la organización política superior que integra la población de un territorio, dotada de poder Soberano, esto es, la Autoridad Suprema e independiente. (RAE, Real Academia Española).

En lenguaje llano, el Estado es un consorcio, el “Soberano Consorcio de Ciudadanos”, y este consorcio es el núcleo, la sustancia que constituye la naturaleza del cuerpo comunitario, el colectivo social, el que genera y multiplica la riqueza como sumatoria de los bienes y servicios producidos por los ciudadanos.

En su organización, el “Consorcio Estado” se apoya y cimenta en tres columnas (instituciones) administrativas subsidiarias (esto es, al exclusivo servicio del Soberano Consorcio de Ciudadanos) que son: la Administración Ejecutiva, la Administración Legislativa y la Administración de Justicia, las tres previstas para operar con independencia de poderes y todas ellas dentro de los limitados alcances de las atribuciones delegadas por el Soberano Consorcio de Ciudadanos tal como son explicitadas en el Reglamento Constitucional del Consorcio (Constitución Nacional).

En síntesis, el núcleo, el cuerpo social, es el Consorcio Estado (el Soberano) y lo subsidiario son sus instituciones administrativas en las cuales las obligaciones y responsabilidades quedan a cargo de empleados públicos a sueldo, funcionarios “mandatarios” actuando dentro de las atribuciones preestablecidas y dentro del alcance del mandato (en tiempo y contenido) concedido por los ciudadanos mediante elecciones democráticas.

En pocas palabras, los funcionarios no podrán (ni debe serles permitido) violar el alcance de sus mandatos (los compromisos contraídos con el Soberano, aceptados por votación) ni violar el alcance de las atribuciones preestablecidas en el Reglamento Constitucional.

Esto implica que no pueden ni deben decidir a su arbitrio y antojo sobre los bienes de los ciudadanos con gastos no expresamente autorizados ni tomar decisiones que comprometan a los ciudadanos con obligaciones fuera de lo permitido, tal como aumentos indebidos en las escalas de impuestos y -muy especialmente- siéndoles prohibido el endeudar al Soberano Consorcio de Ciudadanos (Estado) tomando deudas y/o imprimiendo moneda.

El gasto público, entendiéndose como tal el operado por los funcionarios administrativos de cualquier nivel, deberá limitarse al mantenimiento eficiente de los medios y bienes comunes que hacen a un óptimo y libre funcionamiento social en armonía, respeto, libre interacción de los ciudadanos, libre generación de bienes y servicios y libre intercambio comercial, todo ello sin interferencia de las instituciones salvo para garantizar su fluido funcionamiento y el correcto cumplimiento de los contratos de intercambio.

Estos conceptos básicos han sido recurrentemente violados por sucesivos gobiernos, en particular el iniciado por el presidente Néstor Kirchner quien instaló una asociación ilícita -tras haberse librado de la auditoría del Fondo Monetario Internacional mediante una astuta y rápida eliminación de la deuda con dicha institución con la argucia de liberar al país de las garras del capitalismo y de los supuestos poderes concentrados, conduciendo a la Argentina -con los sucesivos gobiernos de él y de su esposa Cristina Kirchner- al calamitoso estado actual de pobreza, estancamiento productivo, desenfrenada inflación, enorme endeudamiento y caos social que estamos padeciendo.

Cabe recordar que, disimulado bajo el engañoso telón de los derechos humanos y la supuesta lucha contra el imperialismo y los poderes capitalistas, Néstor Kirchner estableció un escenario de supuesto maravilloso asistencialismo social forzando tarifas reducidas (denominadas populares) en los servicios públicos (que compensaba con subsidios de los que forzaba retornos) y estatizó empresas de engañosa manera tal como se hizo evidente en la participación en la YPF de Repsol con capitalistas amigos, operación que con la actuación del entonces ministro Kicillof terminó en un muy mal negociado pago del Consorcio Estado a Repsol por 6.000 millones de dólares más la deuda pendiente de pago por penalización judicial por casi 17.000 millones de dólares recientemente sentenciada por la pésima gestión del mismo Kicillof en la estatización de YPF.

O como sucedió con Aerolíneas Argentinas, estatizada y con sucesivos y consecuentes déficits crecientes (corruptela incluida) a ser cubiertos por el Consorcio Estado, esto es, a cargo del sufrido y expoliado pueblo argentino.

Y, para no dejar recurso por usufructuar, la familia Kirchner utilizó la obra pública en su beneficio como resulta evidente del encumbramiento de su sometido Lázaro Báez y de la conocida causa de los cuadernos de la corrupción que sobradamente confirman los ilícitos.

El enorme latrocinio por expoliación provocado por los gobiernos kirchneristas, explica el nivel de involución y regresión de Argentina hasta las actuales condiciones de pobreza, indigencia e improductividad.

En síntesis, cuando asimilemos a fondo el concepto “Consorcio Estado” nos será mucho más fácil detectar, condenar y prohibir los abusos y maniobras dolosas de nuestros empleados públicos en cada una de las ramas de la administración pública.

PROGRESISTAS Y REACCIONARIOS

Anhelamos que la ampliamente votada propuesta del elegido Javier Milei pueda asimilarse a lo que fue el inicio de la progresista liberal capitalista Revolución Industrial del Siglo XIX con el sostenido desarrollo productivo que, encabezado y ejecutado por científicos y emprendedores con sus asistentes asociados y asalariados (todos ellos “trabajadores productivos”), dinamizaron el nivel de generación de riqueza, expandieron el comercio, multiplicaron el intercambio, expandieron la distribución de bienes y servicios y abrieron las compuertas a la movilidad social conduciendo a los países que han sabido darles libre curso y usufructuar sus beneficios, alcanzar los niveles de desarrollo y bienestar que hoy disfrutan, países a los que emigran nuestros hijos y nietos huyendo de la miseria generada por las administraciones (gobiernos) socialistas populistas, en particular la calamitosa administración del populismo kirchnerista.

Simultáneamente, junto con el “Progresismo” de la Revolución Industrial del Siglo XIX, se produjo un “beligerante Activismo Reaccionario” que nutrió una absurda rebelión combativa alimentada con las erróneas ideas del socialismo mesiánico de Karl Marx quien -en su trastorno obsesivo compulsivo- instigaba al uso de la violencia para despojar a los emprendedores de sus desarrollados medios de producción por suponer el absurdo de que el proceso revolucionario de desarrollo industrial implicaba una reedición de la estratificación social hasta entonces rígidamente vigente (la de la monarquía con súbditos-vasallos y la del feudalismo con sus siervos), interpretándola como un nuevo elaborado mecanismo de explotación por plusvalía basado en su errónea y fallida teoría del valor trabajo.

Habiéndole sido ampliamente demostrado a Marx (en su vida) su enorme error conceptual por parte de su cercano vecino, el enorme filósofo inglés William Jevons que en 1860 (a sus 25 años) esbozó con precisión la Teoría del Valor Utilidad y Utilidad Marginal (explicitada en su obra de 1871 Theory of Political Economy), al que se sumó -en este mismo año 1871- Carl Menger (fundador de la escuela austríaca de Economía) con su Principles of Economy y reforzado por León Walras (en 1874) con su “Elements d’Économie Politique Pure”, quedó en evidencia -ya sin lugar a dudas- la fallida y obcecada postura dogmática de Marx (compulsión que con notable precisión le señalara Joseph Proudhon en 1847).

Pese a esto, Marx no pudo cesar en su rígida y absurda oposición a la maravillosa erupción de progreso productivo que la Revolución Industrial iniciaba.

Su postura reaccionaria y su beligerante activismo dio nacimiento a la secta marxista mesiánica en la que -aún al día de hoy- sus sectarios continuadores no han conseguido desprenderse de su deplorable error y agresivo comportamiento, alimentado y sostenido por la naturaleza de sus impotencias productivas, sus consecuentes frustraciones, fracasos, resentimientos, envidias y la destructiva ansiedad que los compulsa a pretender saquear y despojar lo que son incapaces de producir.

Esta energía reaccionaria generó una metamorfosis tóxica hacia lo que hoy conocemos como el populismo marxista pomposamente caratulado como socialismo del siglo XXI que -con sus engaños y falsas promesas disfrazadas de progresismo- fueron trepando a posiciones de comando, centralizando y concentrando los poderes (remedo de la Dictadura del Proletariado) y gestando los tóxicos gobiernos (ruines Monarquías Lumpen Proletarias) que vienen sumergiendo a varios países de Latinoamérica en despóticas tiranías con enorme empobrecimiento de sus sometidos pueblos y el inescrupuloso enriquecimiento -por latrocinio- de sus entronizados cabecillas y sus secuaces, todos estos integrantes del actual Grupo Puebla (Ex Foro de San Pablo), que en su listado incluye a Lula, Fidel Castro/Díaz Canel, Chávez/Maduro, Ortega, Arce/Evo Morales, López Obrador, Petro, Correa, familia Kirchner, Lugo, Mujica, Castillo, todos ellos responsables del deterioro democrático y económico de sus países, circunstancias que afortunadamente algunos han empezado a superar (Uruguay, Ecuador, Perú, Paraguay) y -muy posiblemente- otros próximos a acelerar sus cambios impulsados por el efecto movilizador del ascenso a la presidencia del economista liberal libertario Javier Milei en Argentina.

El hartazgo, pauperización y sufrimiento de los pueblos sometidos augura el ocaso y el posible derrumbe (¿definitivo?) del socialismo marxista populista en Latino América dado sus inevitables sucesivos fracasos, sin excepción, en absolutamente todos los casos, bajo los gobiernos de los mencionados cabecillas, poniendo en indubitable evidencia la naturaleza destructiva del sistema socialista populista.

LA PARASITOSIS POPULISTA

Se entiende por parasitosis la infestación de un medio activo por parte de un organismo improductivo que se le adhiere, se incorpora y se alimenta de su cuerpo depauperándolo, generándole sostenido perjuicio y reduciéndolo en su potencial de vida y desarrollo.

Tal es la característica que distingue a la parasitosis marxista populista que se ha venido instalando -con pretensiones de perpetuidad- en las columnas administrativas de diferentes Estados, corroyendo la sustentabilidad de los cuerpos comunitarios de los países con los caudillajes antes mencionados, facilitados por la ingenua permisividad de las respectivas ciudadanías.

Es importante tomar plena conciencia de la infestación parasitaria del populismo que empieza anidándose en la Administración del Ejecutivo, colonizando al Legislativo para terminar sometiendo al Judicial, centralizando y -finalmente- concentrando la totalidad del poder en un lamentable remedo de Monarquía Lumpen Proletaria.

A la vista tenemos los tres peores casos de parasitosis populista en Latinoamérica: Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres lumpen monarquías despóticas con sus estancamientos productivos, sus enormes secuelas de pobreza, la pérdida de libertades y sus involuciones hacia condiciones propias del siglo XVIII.

Habiendo llegado al borde del precipicio, Argentina tiene hoy una oportunidad histórica que los ciudadanos productivos, los que mayoritariamente votamos por el cambio, deberemos saber apreciar, aceptar el desafío, el esfuerzo restaurador y saber defender y preservar el progreso cooperando con la imprescindible recomposición social de libre y armónica convivencia.

Pero para esto deberemos comprender -en plenitud- el error de haber venido torpemente tolerando el abuso y la explotación por parte de los que, en sus patologías, ignorantes, soberbios y arrogantes, siguen parasitariamente expoliando al pueblo productor ejerciendo un despótico poder absoluto.

Nos referimos al kirchnerismo, sus secuelas y a sus residuales y faltos de ilustración cómplices socialistas del ya caduco -y en descomposición- marxismo populista, a su destructiva explotación y a la ya imprescindible necesidad de los pueblos de recuperar el camino de la libertad y el progreso mediante la desparasitación socialista terminando con las oligarquías explotadoras.

Estos “nefastos parásitos vividores de lo ajeno”, enriquecidos por expoliación y por explotación social, denominando “derechos a sus privilegios”, denostando como “ajustes” a la “corrección de los enormes desajustes” en los que -por acción u omisión- ellos han participado y participan alimentándose parasitariamente del producido de aquellos de los que abusan, tienen el tupé de afirmar que protegen a sus sometidos y amenazan con movilizar a sus grupos violentos para -en verdad- proteger y conservar sus indebidos ingresos actuando como si produjeran riqueza o beneficio alguno.

Pretenden preservar sus privilegios denostando a las verdaderas fuerzas productivas, la de los emprendedores y la de sus vinculados y asociados trabajadores productivos, intentando forzar entre estos una grieta, una estratificación antagónica para instalar resentimientos en base a falaces supuestas condiciones de explotación.

No hay antagonismo alguno entre trabajadores productivos, los unos emprendedores creadores de las cadenas productivas, los otros sus asociados empleados colaboradores.

Terminar con los abusos y privilegios de estas oligarquías parásitas improductivas y enriquecidas por explotación implica desparasitar, depurar y liberar las columnas contaminadas de las instituciones administrativas del país.

LA EXPLOTACIÓN MARXISTA POR PLUSVALÍA

La explotación por plusvalía se da cuando un ente parasitario (que nada o muy poco aporta en la red de producción e intercambio de riqueza) se apropia autoritariamente de parte del fruto del trabajo productivo de terceras personas.

La Explotación por Plusvalía existe bajo sistemas dictatoriales, en particular con las arriba mencionadas monarquías populistas lumpen proletarias disfrazadas de democráticas (con sus ramificaciones feudales) resultantes en gobiernos marxistas/populistas en los que anidan las diferentes estructuras parasitarias, esto es, las corruptas oligarquías explotadoras que tienden a perpetuarse valiéndose incluso de inescrupulosos actos mafiosos.

Son básicamente cuatro las vías de explotación parasitaria.

1) Nos referimos, en primer lugar, a la explotación por plusvalía por parte de los políticos populistas de turno en el poder por vía de la dilapidación improductiva, tendenciosa y corrupta de la riqueza despojada al pueblo trabajador productivo mediante retenciones e impuestos expoliadores, incluida la furtiva y desbocada rapiña por emisión de cantidad de moneda (inflación monetaria, violentando y destruyendo su carácter de referencia patrón para los intercambios), con gastos fiscales orientados hacia oscuras adjudicaciones de “obras públicas” de todo tipo que hacen que el Consorcio Estado (los ciudadanos) esté obligado -por exacción- a cubrir el pago a favorecidos proveedores prebendados por prestaciones amañadas acordadas mediante contubernios, contrataciones manipuladas a cambio de espurios retornos, cohechos con las que funcionarios de turno nutren sus corruptos enriquecimientos.

2) Explotación por Plusvalía en el campo sindical donde las oligarquías sindicales se enriquecen despiadadamente a cambio de una bien camuflada, supuesta y edulcorada protección del “trabajador” adueñándose de los aportes forzosos de los trabajadores asalariados y sus patronales, alimentando enriquecimientos personales blanqueados a través de gastos manipulados en inversiones de lo aportado por los “protegidos” desviados hacia obras sobrefacturadas (hospitales y hoteles de sindicatos), algunos traspasados a propiedad de familiares y testaferros y en todos ellos con costos y gastos operativos nunca auditados.

3) Explotación por Plusvalía por parte de proveedores prebendados (pseudo-empresarios) que nada emprenden salvo mediante contubernios y contratos espurios arreglados con funcionarios políticos corruptos que son parte del gobierno nacional y de los provinciales y municipales, mediante asociaciones ilícitas de variadas características para el desvío de riqueza del erario, dineros expoliados al pueblo productor.

4) Explotación por Plusvalía mediante gasto público desviado como subsidios a través de cabecillas de estructuras piqueteras cómplices (perversa trata de pobres sometidos como aportantes de votos y proveedores de movilizaciones y manifestaciones extorsivas) con el falso justificativo de combatir la pobreza, la que -con indisimulable descaro- multiplican de manera sostenida y despiadada.

* En síntesis, son estas las parasitarias oligarquías predadoras, esto es, las consecuencias de la inevitable peor versión del saqueo y despojo incitado por Karl Marx, la de la antojadiza rebelión contra los emprendedores y sus asalariados trabajadores productivos (el falaz supuesto antagónico estrato burgués) a ser llevada a cabo por los cabecillas que, con sus espíritus exacerbados por incitación a la violencia, no sienten reparo moral alguno en sus actos predatorios, a contrario sensu de lo que ingenuamente Marx suponía, que dejarían paso a una avanzada rectora del proletariado con supuesta consciencia de clase para instalar una impoluta Dictadura del Proletariado, sin poder comprender Marx que sus cabecillas, osados e inescrupulosos, al encaramarse en el poder rápidamente se embriagarían con las mieles del mismo abusando corruptamente de sus beneficios y privilegios, intentando perpetuarse enquistándose en el mismo para finalmente generar una inevitable regresión imponiendo una forma de Monarquía Absoluta Lumpen Proletaria (populismo) con ramificaciones feudales, una involución que volvería a concentrar y centralizar todo el poder (un remedo de El Estado soy Yo de Luis XIV) en manos de voraces rapaces arrogados protectores de los pobres, que astutamente ejecutarían -en su inescrupuloso beneficio- el pretendido saqueo y despojo marxista sobre los bienes y medios de producción de los emprendedores mediante el actualizado sutil mecanismo de asfixia y arrebato de sus empresas sustituyendo el proclamado saqueo marxista por descarados mecanismos impositivos de magnitud confiscatoria y expoliación de bienes sumados a un despótico control centralizado y concentrado, regulador y esterilizador de la libre interacción humana y del libre intercambio (mercado).

Y, ávidos e inescrupulosamente astutos, suman también la muy destructiva incautación de riqueza mediante un manejo arbitrario y desmesurado de emisión monetaria.

La suma del poder pasa así a manos de esta Monarquía (o suma de oligarquías Lumpen Proletaria), aniquilando la iniciativa personal propia de la Acción Humana, espantando a quienes podrían invertir en nuevos emprendimientos, desalentando el desarrollo productivo, provocando la caída de generación y multiplicación de riqueza y provocando una ominosa pauperización comunitaria, en síntesis, un retorno a la miseria medieval, una brutal involución, una cruel forma de explotación por plusvalía por parte de un encaramado grupo parasitario afaníptero de corruptos predadores, absolutamente improductivo.

Esta es la Argentina que imperiosamente necesitamos depurar de estas oligarquías a ser erradicadas.

Ninguno de ellos, ilícitamente enriquecidos mediante el espurio manipuleo de los bienes expoliados al pueblo productor de riqueza con el eufemismo de brindarles protección, soportará una simple investigación que pondrá a la luz sus cuentas secretas y sus desmesurados enriquecimientos, sus bienes y lujos mal habidos.

Todo lo que han acumulado no les pertenece, ha sido un ominoso saqueo de lo que pertenece a los explotados trabajadores generadores de riqueza.

Ninguno de estos resistirá un eficaz “carpetazo” y judicialización por parte de la Institución Judicial.

En 1989 la humanidad derribó el Muro de Berlín.

Estamos hoy en una etapa donde la humanidad debe dar el segundo paso sanador completando el derribo definitivo del ruinoso e ignominioso socialismo marxista populista.

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