Por Malú Kikuchi.-

Javier Milei ya es Presidente de la República Argentina. Se espera que la Nación vuelva a ser republicana, respetando a rajatabla la división de poderes, que es el pilar sobre el que se edifica una República.

El domingo pasado, día de la asunción del Presidente, varios hechos rompieron la tradición y el protocolo. El juramente lo tomó la vicepresidente saliente, CFK, y no Victoria Villarruel. Raro.

El Presidente se dirigió directamente a la multitud congregada en la plaza de los Dos Congresos, de espaldas a los diputados y senadores, a los miembros de la Corte Suprema, a funcionarios e invitados especiales.

Discurso donde enumeró con crudeza inédita la situación económica del país y las consecuencias de la misma en la sociedad. Pero curiosamente no habló sobre educación, ni salud, ni trabajo, ni corrupción, ni…

Sobre los jubilados no dijo una palabra. El discurso fue una clase académica de economía que, sin embargo, la multitud no sólo entendió sino que aplaudió la promesa de un ajuste feroz y el “no hay plata”.

También tuvo mucho éxito “el que las hace las paga” y la muy peronista frase de “dentro de la ley, todo, fuera de la ley, nada”. Es indiscutible que Javier Milei es un líder que conecta directamente con la gente.

Esa virtud es indispensable en un verdadero líder, necesaria para poder cambiar años de decadencia y llevar al país a un nivel de normalidad que lo equipare con los demás países de la región. Y debería conservarla.

Después de un domingo agotador para el Presidente y el nuevo gabinete, llegó el lunes. Un gran vocero, Manuel Adorni, le dijo a la población los recortes que se harían en el Estado, de 18 ministerios pasaron a 9.

Y siguió enumerando los recortes en los distintos estamentos del Estado. Pero no habló de recortes en los gastos de la “casta”. El martes, el nuevo ministro de economía, Luis “Toto” Caputo, aclaró con mucha claridad la génesis del problema que arrastra Argentina y enumeró 10 medidas.

Probablemente los ciudadanos estén demasiado ansiosos, pero no escucharon medidas que necesitaban escuchar. ¿Van a solucionar el tema jubilados? ¿Van a suprimir las jubilaciones de privilegio?

¿Basta de autos oficiales (salvo los imprescindibles), basta de choferes, asesores, celulares y todas las canonjías que disfrutan los políticos? Milei prometió que el ajuste en gran parte lo haría la denostada “casta”.

Habrá que soportar una suba en las tarifas, es inevitable, pero no por eso menos dolorosa. Y otra suba en el tema sanitario, imprescindible, está colapsado, pero es difícil de pagar. El pueblo necesita saber que los privilegios se acabaron en serio. El ajuste les debe tocar a TODOS.

¿Y qué es eso de volver al impuesto sobre los sueldos considerados ganancias? Dicen que los gobernadores lo necesitan para pagar sus cuentas. Que las provincias achiquen los gastos como lo hacen los ciudadanos. Eso sería lo justo. Y Milei prometió igualdad ante el ajuste.

¿Y qué es eso de mantener las retenciones y gravar todas las exportaciones en un 15% (la soja sigue al 33%)? Eso no lo dijo en la campaña. Milei debe explicar por qué decide lo que decide.

Puede que todo esto suceda en el futuro. El Presidente es un gran economista y no puede perder el apoyo de la gente, es lo único que tiene por ahora y no es poca cosa. Seguramente leyó un libro de Milton Friedman, premio Nobel de economía, “La tiranía del statu quo”.

Si no lo leyó y ahora no tiene tiempo, que alguien le haga un resumen. Friedman escribió el libro para su amigo el Presidente Ronald Reagan, allá por 1980, y fue asesor de su gobierno. En el libro lo aconsejaba.

Si piensa hacer algo, hágalo en los primeros seis meses de su gobierno, luego no podrá hacerlo. Hace 50 años el tiempo era más lento. Ahora ni siquiera existen los primeros 100 días de luna de miel para el gobierno.

Friedman sostenía que la burocracia, que no es ni buena ni mala, es el statu quo. Está allí y es casi imposible movilizarla. No quieren cambiar ni mejorar. Suman papeles (hoy en la computadora), inventan inverosímiles e inagotables formularios que nadie entiende para qué son.

Ese statu quo es la perfecta máquina de impedir. Hay que tomarla por sorpresa y actuar rápido. El tiempo no es un recurso renovable y es decididamente insustituible. Recordando a Maquiavelo, que de política sabía, él recomendaba hacer “el mal de golpe y el bien de a poco”.

El nuevo gobierno no tiene tiempo, tiene que tomar las medidas más duras y necesarias, ya. Hay que desearle suerte, mucha suerte, la situación del país, al borde de la hiperinflación, es desesperante.

Y como el misticismo del Presidente es contagioso, se invoca la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para que saque la Patria del pozo en que se encuentra. Que así sea.

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