Por Luis Alejandro Rizzi.-

Liderar significa “dirigir o estar a la cabeza de un grupo o de un partido político, etc.”, dice la RAE. Si bien “adalid” es un sinónimo, encierra más bien la idea de “la defensa de algo”, como también dice la RAE.

Aceptando esta muy sutil distinción entre palabras que se usan como sinónimos, Javier Milei sería más “adalid” que líder, porque su prédica es la defensa de “las ideas de la libertad” y con esa prédica, que podría guardar alguna similitud con el recitado del preámbulo de la constitución por Raúl Alfonsín en la campaña de 1983, ganó el ballotage y llegó a la presidencia de la Nación.

Sin embargo, hay dos grandes diferencias con Alfonsín que, por un lado, tenía atrás un partido político sólido,129 diputados que le daban mayoría en la Cámara, pero en minoría en el senado, y, por el otro, existía un notorio “bipartidismo”.

Javier Milei cuenta con 38 diputados, una cámara atomizada y sólo 7 senadores. Sería un milagro que pudiera liderar esa variopinta composición política del Poder Legislativo; sólo le queda la posibilidad de empujar, como “cola de león” y el poder de sus latigazos, que no son ni más ni menos que “las ideas de la libertad”.

Esas ideas fuerza juegan además como “significante vacío” porque, como ocurría en el mundo de los radioteatros, cada persona lo interpreta a su modo y resulta muy difícil rechazar la idea de ser libre.

En especial en ese vasto segmento social que conforma la economía marginal de la que es muy difícil salir, porque en esa amplia base social precisamente la ausencia del estado condena a la sumisión y a la inseguridad, en síntesis, al clientelismo político, que no deja de ser una forma de “esclavitud”.

La libertad siempre es un reclamo del oprimido y un perjuicio para las corporaciones que lucran merced a su dominio o control del estado y de los gobiernos.

La corrupción es un beneficio de doble mano que pagan paradojalmente los segmentos sociales menos favorecidos, dicho en lenguaje liberal.

La corrupción financia además a la política y así se mantienen regímenes fiscales de excepción que sólo se pueden financiar con déficit inveterados y su consecuencia fatal, la inflación.

Es obvio que la gente no hace esta construcción cultural o intelectual, pero la necesidad la llevó a votar a Milei.

La libertad tiene sus riesgos también, más en un contexto social de baja cultura, precaria institucionalidad y escasez de idoneidad para ejercer la función pública que, obviamente, también incluye al gobierno de Milei.

Todos vivimos en la Argentina en esta “mediocre circunstancia”, en la que la gente quiere cambiar, enfrentando a su vez un comprensible y tremendo miedo al cambio, que no es más que el riesgo de la libertad; las cosas podrían ser mejores, pero también mucho peores y, cuando se está mal, prevalece sobre lo mejor la esperanza de lo peor.

Javier Milei, desde luego, no tiene el don del “líder”, pero sí, jugando con las sutilezas, puede ser un buen “adalid”, defendiendo las ideas de la libertad y empujando desde atrás, con la única fuerza que le da ser “cola de león”.

En este “adalidazgo” desde atrás Milei comenzó a avanzar y quizás a su pesar a construir coaliciones, por ahora circunstanciales de gobierno, en torno a “cosas concretas”. Más no se puede pedir ni exigir.

Logró la aprobación en general del proyecto “bus” y para mí no cuenta lo borrado, mejor dicho, lo negociado, sino lo aprobado, también negociado. En todo caso, ganó el Poder Legislativo como tal; bien o mal, hizo su trabajo.

El DNU 70 fue un latigazo de “cola de león”, que aún tiene vigencia, pese a algunas pésimas decisiones judiciales, aún no firmes; pero al aprobarse en general el proyecto “bus”, la emergencia económica ya no se podría discutir en sede judicial ni “la emergencia económica ni la urgencia” del DNU.

Debo decir que la sutil diferencia entre “líder” y “adalid” fue desarrollada en el Ateneo de la Juventud, en la escuela de “líderes”, para los socios cadetes, e intermedios, por parte del profesor Hermes Pérez Madrid, familiar mío muy querido, allá por los años 1950 y pico.

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