Por Carlos Tórtora.-

Los ruidos de la campaña electoral hacen que el silencio de Cristina Kirchner pase casi desapercibido. El mutismo de la expresidenta en las últimas semanas parece ir en auxilio del desarrollo de la campaña de Sergio Massa, que de este modo parece menos ligado al kirchnerismo, lo que facilita su posicionamiento como candidato de centro. En otras palabras, para él es una gran facilidad hacer como si ella no existiese.

Pero también admite esto una segunda lectura: Cristina podría de este modo estar tomando distancia del ministro de economía y quedando con las manos libres para criticar si éste no gana en un ballotage que está muy lejos en términos políticos. Las masas del kirchnerismo deben acomodarse mientras tanto a conformarse con un candidato con el que no se identifican. La rebeldía contra Massa pasa hoy por votar a Juan Grabois. Un porcentaje más o menos importante de éste en las PASO debería leerse entonces como un voto de censura al tigrense.

Peronistas abstenerse

En el actual equilibrio inestable, Massa no menciona a Cristina ni tampoco utiliza la tradicional retórica peronista. Más bien está concentrado en identificarse con el votante de centro, con el electorado independiente que Horacio Rodríguez Larreta considera propio. Esta desperonización del discurso massista habría llegado para quedarse, porque todo indica que el ballotage será una batalla por el voto moderado.

Sin embargo, cuesta pensar que hasta noviembre Cristina pierda toda centralidad y que el peronismo quede en un rol subalterno en la campaña de Massa.

Por lo pronto, los intentos de Guillermo Moreno y de Juan Schiaretti de morderle el voto peronista a Massa parecen bastante acotados y tendrían dificultades serias para superar el piso del 1,5% de votos que se requieren para llegar a la primera vuelta.

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