Por Carlos Tórtora.-

La virulencia del enfrentamiento de Horacio Rodríguez Larreta con Patricia Bullrich superó en los últimos meses todos los antecedentes en la materia. Ambos se comportaron como si fueran de partidos distintos y, cada uno con su estilo, golpeó al otro donde más le dolía. Bullrich fue más frontal, en tanto que el jefe de gobierno no peleaba en público sino que lo hacía a través de maniobras encubiertas, por ejemplo haciendo difundir acusaciones contra su rival. Esta tendencia llevaba a pensar que el final de la campaña de las PASO sería una batalla campal. Y sin embargo, sorpresivamente está ocurriendo todo lo contrario. En un gesto impensado, Bullrich y Larreta acordaron esperar los resultados del recuento en un único búnker, lo que implica que ganador y perdedor terminarán abrazados dando un mensaje de unidad de JxC. En forma coincidente, la otra figura del PRO, Mauricio Macri, no se pronunciará a favor de Bullrich evitando así echar más nafta al fuego y se limitaría a apoyar a su primo Jorge en la disputa con Martín Lousteau. Como trasfondo de esta situación, corren versiones de negociaciones reservadas para que el ganador incorpore a los equipos del perdedor, con promesas de integrar su eventual gobierno. Ya trascendió, por ejemplo, que María Eugenia Vidal, que ahora apoya a Larreta, sería la jefa de gabinete de éste si llega a presidente.

El cálculo que fundamenta este giro es el siguiente: el empate técnico que existe llevará a un resultado muy parejo y entonces será imprescindible para la primera vuelta de octubre que el perdedor apoye al ganador. Este clima de creciente paz en el PRO se traduce además en que se aquieten los ánimos en la UCR y la Coalición Cívica.

En el campamento del oficialismo se da mientras tanto un proceso similar al de JxC. Alberto Fernández adoptó desde hace 15 días un perfil bajo que elude cualquier conflictividad, mientras que Cristina Kirchner elude cualquier crítica a Sergio Massa y se refugia en el silencio, aunque se afirma que participará de un acto con Massa antes de las PASO. El sector que podría moverle el piso a Massa, esto es La Cámpora, habría llegado a la conclusión de que el triunfo del tigrense sería el modo de evitar un serio problema. Esto es, que asuman en diciembre Larreta o, lo que sería aún peor, Bullrich, y se desencadena una ola de denuncias por corrupción que impacten en la dirigencia camporista que controla el Pami, la Anses, Aerolíneas Argentinas y otras cajas que el kirchnerismo usufructúa.

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