Por Carlos Tórtora.-

En el acto de cierre de campaña de Javier Milei, su mentor ideológico, Alberto Benegas Lynch, propuso que, en caso de llegar a la Casa Rosada, suspenda las relaciones diplomáticas con el Vaticano mientras sea Papa Jorge Bergoglio. Como ejemplo citó la ruptura de relaciones diplomáticas con la Santa Sede dispuesta por Julio Argentino Roca en su primera presidencia. Olvidó decir Benegas Lynch que fue el mismo Roca el que, en su segunda presidencia, se ocupó de restablecer las vinculaciones con el papado. El caso es que horas más tarde Victoria Villarruel salió a desautorizar la postura del economista y, finalmente, apareció el propio Javier Milei para desestimar que la ruptura en cuestión estuviera entre sus planes. El episodio no sólo revela rapidez de reflejos de la cúpula libertaria sino una cierta tendencia de Milei hacia la moderación. Esto se advirtió también durante los dos debates presidenciales, donde lució más sobrio y soslayando algunas posturas extremas.

Un gobierno multicolor

Que el jefe libertario va cumpliendo el teorema de Baglini se puede advertir en otras señales. Una es la aproximación de delegados de Milei a Juan Schiaretti y Florencio Randazzo junto con la versión de que este último sería uno de los ministros del futuro gabinete. De este modo se consolidaría el ingreso al eventual gobierno de un sector del peronismo que es una bisagra hacia el interior del PJ. En la misma línea aperturista, Mauricio Macri estaría avanzando con Milei para la incorporación del exministro de justicia Oscar Garavano a esa misma cartera.

Parece obvio que la intención de Milei es acelerar la probable fragmentación de JxC y el peronismo, incorporando a su elenco a figuras representativas. Esta estrategia plantea sus problemas. Uno es que los cuadros libertarios deberán aprender a convivir con funcionarios que vienen de otra cultura política y con ideas que no se identifican estrictamente con el credo liberal. Otro problema es si un gobierno fuertemente heterogéneo funcionará armónicamente en una etapa de alta inestabilidad política y económica. Mucho dependerá de los funcionarios que el eventual futuro presidente designe para coordinar el funcionamiento del gobierno.

Por último, la aplicación una vez más del teorema de Baglini puede tal vez irritar a los sectores más duros de La Libertad Avanza, que se inclinan más bien por plantear una intransigencia total con la política tradicional. En principio, el fuerte liderazgo que ejerce Milei sería suficiente como para contener el eventual malestar interno.

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