Por Carlos Tórtora.-

La elección de ayer deja un saldo de conclusiones para un final abierto el 19 N. Para empezar, es evidente que Sergio Massa completó ayer su caudal de votos propios, que es lo mismo que le pasó a Javier Milei el pasado 13 de agosto. Ambos llegaron así al límite de la captación del voto peronista y libertario respectivamente. La diferencia es que, para la segunda vuelta, Massa tiene menos para crecer. Puede intentar captar una parte de los votos de Juan Schiaretti y desde ya los de Myriam Bregman. Pero Milei puede pescar en el océano del 23% de Patricia Bullrich, lo que al menos en teoría le permitiría arrimar a cerca del 50%. El operativo seducción de Juntos por el Cambio lo empezó anoche el líder libertario. En esta estrategia de seducción juegan al menos tres factores fundamentales. En primer lugar, está la necesidad de calmar a los sectores liberales más moderados que siguieron a Bullrich pero que se asustan por el ultraliberalismo de Milei. Para sumar a estos hay una sola receta posible y esta es moderar el discurso y evitar que aparezcan nuevos episodios como los protagonizados por Lilia Lemoine con su proyecto de ley de renuncia a la paternidad o Alberto Benegas Lynch con la propuesta de romper relaciones con el Vaticano.

El segundo factor es el reparto de cargos. Milei venía armando un gabinete a su medida y ahora tendrá que rediseñarlo para colocar a figuras de JxC, lo que le restará algún margen de maniobra si llega a presidente. El tercer factor se llama Mauricio Macri. Después de lo de anoche, el expresidente se prepararía para ser el artífice del triunfo de Milei en el ballotage y, por lo tanto, el garante de la futura gobernabilidad. Derrotadas las dos figuras emergentes del PRO -Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta-, Macri vuelve a la centralidad y además con su primo siendo seguramente el funcionario más poderoso del PRO.

Es obvio que este panorama no es el que quería Milei pero es el único que tiene. De continuar con un discurso dirigido únicamente a sus seguidores sería candidato a perder el ballotage.

La unidad nacional de Massa

Por su parte, Massa enfrenta desafíos distintos. Para ganar, debe fidelizar de algún modo a la UCR sumándola ya al compromiso de integrar su eventual gobierno. Para esto debería ofrecer mucho en materia de cargos, porque los radicales saben que pagarán un alto costo por pedirles a sus votantes que se sumen a un gobierno con el 150% de inflación anual. En cuanto a Schiaretti, parece que Milei se le adelantó al tigrense y que Florencio Randazzo sería ministro suyo. Los votantes del gobernador cordobés son peronistas moderados y de centro derecha, que podrían ir con la Libertad Avanza si Milei gira hacia el centro.

Massa tiene por delante un problema muy especial: los gobernadores e intendentes del PJ funcionaron con eficiencia ayer porque estaban en juego sus intereses. Tenían que conseguir sus senadores, diputados y concejales. Pero el 19 N podrían mostrarse menos entusiastas, ya que lo que está en juego es sólo el destino de Massa. Este necesita del aparato territorial peronista, así que tendrá que prometer y dar unas cuantas concesiones para contar otra vez con un peronismo movilizado.

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