Por Máximo Luppino.-

Las disyuntivas más claras y simples se tornan oscuras y complejas cuando el ánimo social está inmerso en pasiones violentas. La violencia conduce al dolor y a la destrucción. El pensamiento positivo siempre busca la unidad, construyendo consensos en el bienestar común.

Construir una casa requiere un esfuerzo enorme, desde ladrillos hasta hierro, alambre y un gran número de elementos. Pero en primer término surge la idea como factor creativo. Luego, a través de la voluntad, comienzan muchos días de trabajo sistemático. Esa linda casa, construida con mucho esfuerzo, en manos de violentos desquiciados puede llegar a ser destruida con la masa de la ira o dinamitada en segundos de tenebrosas emociones. El bien edifica y construye, el mal destruye y dinamita.

Javier Milei calificó, en su discurso ante sus enfervorizados acólitos, como una atrocidad el enunciado que proclama “donde hay una necesidad hay un derecho”. Con este pensamiento individualista, salido de las cavernas del más rancio egoísmo, enfrenta el sentir del legado de Eva Duarte de Perón, “Evita”, que ofreció su vida para el bienestar de los necesitados y humildes de la patria.

La compasión, empatía e integración de la sociedad es un mandato cristiano, del que no debemos desistir. La felicidad se encuentra en la entrega generosa y fraternal al prójimo. “Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”. En el bienestar de nuestra comunidad encontramos nuestro propio bienestar.

Bullrich y Milei representan pensamientos viejos ataviados con “libertarios” ropajes, que en verdad son pasiones muy primitivas, oriundas de los pantanos del mundo pagano e incrédulo. Motosierra, dinamita y estrujamiento del Estado contra medidas que forman parte del Programa de Fortalecimiento de la Actividad Económica y del Ingreso económico social. Ataque destinado a los trabajadores privados y estatales, monotributistas, jubilados y pensionados, beneficiarios de la tarjeta Alimentar y sectores de las economías regionales, entre otros.

Tres candidatos, dos modelos de país. Bullrich y Milei poseen propuestas similares: privatizar empresas del Estado, entre ellas la histórica YPF y la poderosa y eficiente Aerolíneas Argentinas, dos orgullos nacionales que ya son parte del acervo cultural nacional. Luego está Sergio Massa, quien junto a Axel Kicillof y a Leandro Santoro desean el desarrollo exitoso de esas empresas y tantas pymes que le dan entidad a nuestra República junto a las tan necesarias ganancias.

La inmediatez de carácter es el enemigo de la razón y la disciplina. No se siembra hoy y al día siguiente se cosecha. Todo requiere un tiempo bajo el sol del destino.

Las promesas falaces y los espejitos de colores son una trampa de los “falsos profetas”. No tiene razón el que más grita. Más bien, las palabras sensatas emergen de una mente equilibrada y serena.

Elegimos los ladrillos apilados uno tras otro con laboriosa maestría más que el destructivo cartucho de dinamita.

Massa-Rossi, una esperanza para una patria soberana, con empresas nacionales produciendo y exportando criollos productos, con trabajadores apreciando el progreso en sus días, con sus trabajos cuidados, un pueblo con una identidad luminosa, capaz de darle al mundo lo mejor. Como fue por ejemplo consagrar al sacerdote Mario Bergoglio, Papa de la Iglesia Católica, ungido en el Santo Padre Francisco, uno de los líderes mundiales de la paz de mayor influencia.

En ocasiones los argentinos no valoramos lo que somos ni lo que conquistamos.

Argentina sigue creciendo, a pesar de la inflación y los desencuentros. Hay tiempo, considerá tu voto, elegí con sensatez.

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