Por Máximo Luppino.-

El movimiento obrero organizado desde siempre participó activamente en la acción política de la Nación. En muchas ocasiones con más compromiso que muchos dirigentes de otros ámbitos de la República. La fórmula presidencial de Unión por la Patria Massa-Rossi visitó la Central Obrera, de hecho, los ilustres invitados fueron recibidos por la conducción de la CGT.

Fue un evento sindical con alto volumen político. Las palabras de Rossi con una destacada impronta peronista prepararon al auditorio para el mensaje de Sergio Massa quien aseveró: “Seré el presidente de todos los trabajadores”.

Los representantes de los trabajadores se comprometieron a organizar un importante acto partidario para el 8 de agosto en la localidad de Malvinas Argentinas, además de militar activamente para construir una rotunda victoria de los dirigentes de Unión por la Patria. Sin dudas este compromiso de la cúpula sindical está fundado en un fuerte compromiso histórico de la CGT con el peronismo que ellos representan. Además de esta enérgica convicción política, se trata de acciones de auténtica “defensa propia” ya que las fuerzas opositoras amenazan con ajustes y reformas laborales que redundan en una drástica quita de derechos y hasta una privatización del régimen jubilatorio. Esto es inaceptable para los líderes sindicales.

Las “promesas de orden” suenan a represión sin miramientos. Poseen el aire de querer implementar una paz propia de los cementerios más que una auténtica paz fruto de la igualdad y la realización humana de los humildes.

Piensan en “achicar” el Estado, sacar del juego empresarial nuestra línea aérea de bandera, suprimir la fabricación de radares y satélites propios. En pocas palabras, reducir a nuestra pujante Nación a un satélite de los imperios de turno. Situación que los dirigentes sindicales no están dispuestos a aceptar en modo alguno.

Los experimentados dirigentes sindicales piensan: “mejor prevenir que curar”. Con una inocultable comodidad con el régimen peronista, lamentarían entrar en una lucha que no se sabe cómo finalizaría y qué alto costo en sacrificio se debería pagar.

Amenazas de una dolarización inaplicable que nos dejaría sin moneda propia y de rodillas ante el imperio de los Estados Unidos, es una situación inaceptable para el paladar nacionalista del sindicalismo argentino. Quemar la sede del Banco Central, abolir el derecho a huelga y muchas más barbaridades propias de un feudalismo patronal de neto corte gorila.

Dos proyectos de Argentina tenemos frente a nosotros. Uno es reducir derechos, vender, rifar y entregar nuestro destino de Nación soberana. Esto son las fuerzas de Milei y la de Cambiemos. La otra alternativa es la de Massa-Rossi. Es la del progreso, la lucha por mantener y acrecentar nuestra identidad. El gasoducto Néstor Kirchner con toda su inmensa implicancia es ejemplo de lo que Unión por la Patria pretende; soberanía para una República libre. Pagar al FMI para sacarnos las botas de la cabeza oprimiendo nuestra evolución.

Jujuy es una triste prueba. “Hacer una constitución” en 7 días. Una constitución provincial que no está en línea con los derechos de los pueblos originarios y que no respeta la propiedad privada. Llega al punto de contradecir la mismísima Carta Magna Nacional. Un verdadero mamarracho desopilante que reduce a los ciudadanos a la condición de lacayos del poder.

No hay demasiado por pensar: derechos en Unión por la Patria, entrega lastimosa es Cambiemos o libertarios.

¡Patria sí, colonia no!

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