Por Hugo Modesto Izurdiaga.-

En argentina, hay familias que se dejan de hablar, a causa de la política populista.

Horacio Rodríguez Larreta dejó entrever, en sus últimas declaraciones, que ya no es tan amigo de Sergio Massa, por ser aliado del kirchnerismo. Es comprensible su actitud, sinceras sus declaraciones y además entendibles, ya que a muchos argentinos les ha sucedido lo mismo. La verdadera realidad es que mantener una amistad con los obsecuentes seguidores de Cristina se hace un poco difícil. Estos no aceptan diálogo alguno. Son fanáticos de una persona a la que la justicia encontró culpable de corrupción. El aplaudir a los corruptos no parece ser un acto ético.

Por más que uno lo intente y ponga toda la voluntad del mundo, es imposible tener afinidad con ellos. Es que como querer mezclar el agua con el aceite. Jamás se dignan a reconocer sus propios errores. Para los kirchneristas, la culpa siempre es del otro. Están llenos de excusas: la pandemia, el FMI, la guerra en Ucrania, Ah, pero Macri, que la Corte Suprema, que los empresarios, que están proscriptos. En definitiva: cada vez que les toca gobernar, no saben qué hacer, no tienen un plan económico. Cuando son oposición le hacen la vida imposible al partido gobernante. Y si tienen que tirar 14 toneladas de piedras en el congreso, no tienen pudor alguno en hacerlo.

Moraleja: ¡Sepa el pueblo votar correctamente!

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