Por Paul Battistón.-

La cotización de un carpetazo debería mantenerse indemne en el tiempo pero no quita que una intimidación contrafáctica pueda superarla sin desvalorizarla. Malena en cierta forma lo había anticipado: “el final es con Sergio”. Aunque en ese instante sonó como una expresión de deseo disuelta en un soluto de improbable amenaza.

La expresión locuaz de Sergio parece estar muy por encima de la comunicación risible de Malena en un twit.

Cristina podría haber cargado a su fórmula de diezmados-apartados con su 30% de núcleo duro para que la misma encaje en su teoría de los tercios pero para ello necesitaba un escenario como el actual prolongándose en el tiempo (un escenario de mejora es casi imposible). Sólo que este escenario de constancia depende de la voluntad de Sergio Massa, teniendo toda la posibilidad de empeorarlo. Sergio puede irse y junto con él instantáneamente irse todo al demonio dejando la fórmula encabezada por el heredero de los diezmados con posibilidades de un 8 a 10% con suerte.

Sergio le ha dado a Argentina una estabilidad en el infierno. Ha sido el constructor de un shopping en el borde de un precipicio inestable el cual él mismo gerencia y sólo necesita quitar un pie del mismo para que el desequilibrio se manifieste.

Todos los índices incendiarios que dibujan nuestra economía no se han reflejado en un desenlace acorde a lo que los antecedentes predicen. Los mismos son surfeados y remados por nuestra habilidad de coexistir con ciclos de colapsos, de soportar y resistir la miseria y por sobre todo por la habilidad dirigente de sarasear y crear escenarios sorprendentes e inverosímiles capaces de abrumar hasta organismos internacionales con su ridiculez indescifrable.

El hombre 8,4% o mejor conocido como el señor humo es quien finalmente pudo obtener el descenso de perfil de Cristina que el peronismo buscaba y siempre terminaba resignando tras cada intento en un nuevo reconocimiento como única conductora. Sergio Massa ha obtenido su silencio para una fórmula de unidad que obviamente encabeza y seguramente a Cristina no agrada y preocupa y todo sólo porque Sergio ha sido exitoso en su fracaso. Un fracaso cuyo éxito es estar ubicado en el límite mismo del derrumbe. De haber habido un éxito, la inflación del 3% a la que se aspiraba en el inicio de la gestión del ministro humo, la resolución de las candidaturas hubiera sido otra en la que la cotización de un carpetazo no habría tenido la competencia de una amenaza de abandono de barco.

Si Sergio Massa le hubiera dado un éxito económico al gobierno de Alberto (Cristina), Cristina dispondría del freno del carpetazo sin la intimidación de una gentil amenaza.

Está claro: Sergio no tiene el histrionismo comprador de Cristina pero lo compensa con una maliciosa estrategia llena de despreocupados daños colaterales pero potenciales certeros daños bien apuntados. El fracaso controlado es su éxito pero un éxito le hubiera significado el fracaso de poder ser controlado.

Es Argentina; cuesta entenderlo.

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