Por Luis Américo Illuminati.-

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, este viernes cuestionó la propuesta de cobrarles a los estudiantes extranjeros que cursen en las universidades públicas incluida en la ley ómnibus enviada por el Gobierno al Congreso. Dijo Don Petro (Pedro Picapiedra o Petronilo), ofendido como si la República Argentina le debiera algo a Colombia: “Recibiremos 20.000 estudiantes colombianos que se educaban gratuitamente en Argentina. Literalmente son expulsados de ese país, para ellos no hubo la llamada ‘libertad’”.

La “ley ómnibus” enviada por el presidente Javier Milei contempla varios cambios importantes, entre ellos, la implementación de aranceles en universidades públicas para estudiantes extranjeros no residentes.

La reforma modifica un artículo de la Ley de Educación Nro. 24.521, disponiendo que las instituciones de educación superior de gestión estatal y las universidades nacionales, en ejercicio de su autonomía, podrán establecer aranceles para los servicios de enseñanza de grado o de trayectos educativos para aquellos estudiantes que no cumplan con ciertos requisitos. Entre estos, tener la residencia del país. ¿Acaso esto no es lo justo?

¿Acaso Colombia alguna vez nos ha regalado algo, siquiera un pocillo de café gratis? Bien, presidente Milei. Felicitaciones. Por fin un presidente que no se regala, no se arrastra ni es el tonto de la fiesta que quiere quedar bien con todos y paga la cuenta de la consumición de los otros. Ese es el papel de cornudo que han hecho siempre los mandatarios argentinos con los de afuera.

La libertad no es un regalo o un goce para los de afuera, mientras los de adentro padecen muchas necesidades. Un buen gobierno debe cuidar el patrimonio y la hacienda. Si el Estado anfitrión tiene muchas deudas, no puede darse el lujo de ser estúpidamente dadivoso a costa de la pobreza acuciante recibida como pesada herencia kirchnerista. La caridad empieza por la casa de uno mismo. Petro, pídale a Maduro que le costee gratis la educación de los 20.000 estudiantes, y si no, váyase bien al carajo. Ya no está más el gobierno felón que había antes.

¡Caray con Petronilo! Es la misma situación de un caradura que, abusando de la confianza, estupidez o borrachera de su amigo, usufructúe gratuitamente de un bien que no le pertenece, no pague un centavo, mientras el dueño, un tipo pródigo y despilfarrador, tiene a su propia familia en la indigencia.

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