Por Carlos Tórtora.-

Sin duda que el día de ayer será recordado por el anuncio del paquete de medidas de desregulación más audaz desde 1991. Sin embargo, para poder analizar seriamente lo anunciado por JM, es necesario contar con el DNU publicado en el Boletín Oficial.

Yendo al otro tema, Patricia Bullrich se anotó un empate con la Unidad Piquetera de Eduardo Belliboni en la pulseada por aplicar el nuevo protocolo antipiquetes. Bullrich consiguió, a costa de una enorme movilización policial, que buena parte del trayecto los piqueteros marcharan sobre las veredas.

Por su parte, Belliboni consiguió desacatar parcialmente el protocolo y mantener intacta su capacidad de movilización, pese a que la presión oficial para desarticular la marcha fue importante. En síntesis, se trató de un round de estudio, entre dos adversarios destinados a medirse muchas veces. Llamó la atención, por ejemplo, que el conflicto no se haya judicializado, con fallos a favor del derecho a protestar. Un hecho que puede ser interpretado a favor del gobierno.

Los dos bandos se condujeron con mucha prudencia y evitando los choques. Los piqueteros quisieron soslayar quedar aislados como los violentos y Bullrich le escapó a la imagen de represora, que podría empezar a desgastarla.

Otras campanas

Pero la realidad de la conflictividad de ayer supera en mucho a los piqueteros. Con las primeras horas de la noche aparecieron los primeros conatos de cacerolazos en distintos puntos del Gran Buenos Aires y la Capital. La protesta de clase media es un mensaje a JM de que la tolerancia social al ajuste es casi inexistente. Algo que no estaba en los cálculos de los ejecutores de la política económica.

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