Por Jorge Augusto Cardoso.-

La Argentina está en crisis; crisis económica, crisis de valores, crisis social: la “crisis” ha alcanzado todas las áreas de la actividad humana, desde las más irrelevantes hasta las más fundamentales; pero lo realmente desconcertante es que el hombre común, el de la calle, sobrepasado por la realidad que lo agobia, muestra desilusión, indiferencia. Es necesario persuadirlos de que no deben bajar los brazos; no deben rehusar combatir; se trata de la supervivencia de la Patria, no cualquier patria, si no, de la nuestra.

Las próximas elecciones importan mucho, pues en ella se concentra la esperanza; y cuando se tiene tan grande oportunidad y responsabilidad, se debe procurar alcanzar un estado espiritual y anímico que se encuentre por encima de los anhelos personales, los amores y los resentimientos.

Esquemáticamente, dos grupos de ideas se reparten el terreno. La corriente “conservadora”, la que representa el ministro candidato, rodeado de estadistas al revés, que sólo se acuerdan del Estado para sacarle provecho; con funcionarios públicos codiciosos, ávidos de lucro en la función administrativa y que, para evitar la catástrofe, han doblegado el carácter del pueblo manteniéndolo en la miseria, sin capacidad de satisfacer sus necesidades humanas básicas por sí mismos; pero al mismo tiempo, recibiendo subsidios, planes, prebendas, bonos, viajes de egresados y turismo rentado por el Estado, entre otros medios, para la sujeción y la dependencia.

En este grupo se han alineado los que han vivido del favor oficial, cambiando de bando partidario de acuerdo a los vientos y medran por un puesto en la escala administrativa, incapaces de generar riqueza por su trabajo personal fuera del Estado.

Se alinean los que han desmerecido la educación, la seguridad, la defensa de nuestro territorio continental y su mar, dejando campo libre al narcotráfico y a la devastación de la fauna marítima.

Se alinean los “reglamentarios,” que constriñen a los emprendedores y dificultan las libres contrataciones de bienes entre privados. Los que se apoyan en los sindicatos para fines partidarios; éstos operan en política sin basas legales, pues no son elegidos por el pueblo para la función política, no tienen legitimidad; sólo deben defender los intereses particulares del gremio que representan y únicamente en las relaciones laborales; no obran para el bien general.

Se alinean los que van en contra de las instituciones, como de la justicia, con la finalidad de lograr la impunidad de los que malversaron en la función pública en provecho propio. Se alinean los delincuentes comunes, pues estos en ellos se sienten reflejados, por algo en las cárceles se impuso el ministro candidato.

La segunda corriente, a pesar de que se encuentra enlazada a una tradición política y filosófica sólida que fue transformadora en el mundo, el “Liberalismo”, se presenta hoy, en nuestra Argentina, sin historia en la conducción e innovadora. Últimamente se ha enriquecido al recibir el apoyo de parte de Juntos por el Cambio que, si bien no lograron en su gobierno superar la decadencia económica, no hay en sus cuadros condenados por corrupción, y sí tienen experiencia de gobierno que, tras éxitos y fracasos, se ha visto enriquecida en el ejercicio de la función administrativa.

Esta corriente pretende conducir a los argentinos en los caminos de la libertad, tendiendo menos a reglamentar las actividades humanas, dando lugar a que cada ciudadano se desarrolle según personales potencialidades en un cuadro comunitario, con adecuado sostén y apoyo del Estado.

Se incluyen en esta corriente aquellos que defienden la noción de “equidad” en todos los órdenes; esto significa que las sanciones, los beneficios, deben ser proporcionales a sus méritos y condiciones; y a que, en similar condición, deben ser iguales los beneficios y sanciones. Vaya esto para las ignoradas víctimas de las organizaciones terroristas guerrilleras, en comparación con los muertos de los terroristas. Unos olvidados, otros homenajeados.

Asegurar una situación igual a méritos desiguales, a esfuerzos diferentes, a aportes importantes o nulos al cuerpo social, implica construir una sociedad débil y totalitaria. Procurar la equidad es finalmente, fecundo, pues respeta el ejercicio del riesgo y tiene en cuenta el precio del esfuerzo coronándolo con el éxito.

Se incluyen quienes sostienen que el Estado debe garantizar y sostener una educación y salud de calidad para todos ya sea ésta con gestión pública o privada brindando a los ciudadanos la posibilidad de elegir por una o por otra, dada las condiciones.

Se incluyen aquellos que sostienen que el pueblo no debe sostener con su esfuerzo, empresas deficitarias ni para pagar sueldos muy por arriba de la media a los empleados que la integran. ¿Por qué un jubilado que gana la mínima deba contribuir a pagar el sueldo de un empleado de una empresa deficitaria que gana más de cinco veces su sueldo?

Entre una corriente y la otra se halla el futuro; por demás incierto, triunfe una u otra. La conservadora podrá, tal vez, ya en el camino, deshacerse del lastre que hoy lo acompaña, cambiar su norte y objetivos alcanzando el bienestar general.

La corriente libertaria enriquecida con parte de Juntos por el Cambio podrá, ojalá, cohesionarse, lo que le brindará más fuerza para la transformación y finalmente, para felicidad de todos los argentinos, lo logre; pero también, quizás, tal vez, no resista las luchas internas ni las presiones de la oposición, se desintegre y fracase.

Dos reflexiones finales: “No me duele tanto el que me haya mentido como el saber que ya no le podré creer más”. F. Nietzsche.

“Es bueno vitorear a La Patria; pero es mejor vivir procurando contribuir a su engrandecimiento, progreso y bienestar.” General Mosconi.

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